Verinotio - Revista on-line de Filosofia e Ciências Humanas. ISSN 1981-061X. ano XV. jan./jun. 2020. v. 26. n. 1
Jesica Daniela Lenga
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propone una visión integral del hombre, pero además dramatiza valores
posibles de convertirse en acción (WILLIAMS, 1997, p. 66).
Raymond Williams no es el único de los miembros de la New Left que
estudia la obra de Charles Dickens, también lo hizo Terry Eagleton, quien supo
ser discípulo en Cambridge del autor de Culture and society. Pero Eagleton no
siempre coincidiría con las definiciones de su maestro, y, especialmente en sus
primeros escritos, plantearía numerosos disensos con la obra de Williams.
No obstante, al analizar la obra de Eagleton debe tenerse en cuenta que,
a lo largo de su trayectoria, sus posiciones e influencias son reevaluadas
constantemente. Eagleton considera por primera vez la literatura dickenesiana
en Criticism and ideology (1976), un libro escrito bajo el influjo del
pensamiento althusseriano. Esto se percibe en el carácter rupturista del
discurso de Eagleton, que refuta las propuestas de los críticos marxistas que
escribieron antes que él, encontrando siempre resabios y “contaminaciones”
de la ideología burguesa en sus ideas. Por esa razón, manifiesta que la misión
de la crítica literaria marxista es destruir la mistificación de la cultura
dominante, revelando sus contradicciones que están determinadas por
contradicciones en la base material (EAGLETON, 1984, p. 18). En esta etapa,
Eagleton considera, como Althusser, que no hay manera de conciliar con la
cultura burguesa, la única manera de escapar de la “falsa conciencia” es
ponerse por fuera de la totalidad represiva para crear nuevos valores que
impulsen la revolución (WADE, 1991, p. 40).
Con esta premisa de lectura, Eagleton explora, en el cuarto capítulo de
Criticism and ideology, la obra de algunos de los autores más canónicos de la
literatura inglesa, desde Mathew Arnold hasta James Joyce. En primer lugar,
Eagleton propone que la literatura dickenesiana se nutre de dos fuentes
ideológicas: la filosofía utilitarista y el Romanticismo humanista de Ruskin y
Carlyle. Dickens recurre a las ideas de una generación que hizo una crítica
idealista de la sociedad burguesa y a la vez consagró derecho del capital. Estos
intelectuales habrían, según propone Eagleton, colaborado con las
pretensiones de la burguesía de ocupar la posición hegemónica, antes de la
burocracia y, asimismo, de integrar socialmente a la clase que explota. Para
ello, la burguesía necesitó una estética capaz de llegar a las masas y aquí,
sostiene Eagleton, cobrarían importancia autores como Dickens que, a través
de una ideología middle class, mostraban a la clase obrera sus aspiraciones
(EAGLETON, 1984, p. 78); personajes como David Copperfield, que, con su
esfuerzo personal, ascienden socialmente, fueron funcionales a ese empeño.
Sin embargo, Eagleton encuentra que existe una diferencia
fundamental entre la generación de novelistas victorianos a la que Dickens
perteneció y la de sus predecesores románticos: su origen pequeño- burgués.
Esta posición ambigua en la estructura sociales permitió que autores como
Eliot, Dickens o Hardy pudiesen abarcar un rango más rico de experiencias y